
En todas las situaciones que nos surgen a lo largo de nuestra vida cotidiana, debemos de ser conscientes de que cada uno de nosotros emite una serie de mensajes subliminales en un primer contacto. No mirar a los ojos, al aspecto del cabello, la luminosidad de la piel, el color de la indumentaria o la expresión gestual y corporal son códigos que transmite la imagen que se procesan a su vez en información. No debemos caer en el error de contaminar esa información porque, de lo contrario, desaprovechamos excelentes oportunidades que nos brinda la vida. Debe de haber equilibrio y coherencia en la imagen que trasladamos, en consonancia con nuestro aspecto externo, nuestras actitudes y las cualidades personales que nos definen.
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